La pasada madrugada (hora española) el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, decidió entrar en el Parlamento acompañado del ejército y la policía, sentarse en la silla del presidente del parlamento y dar comienzo a la sesión plenaria amparado en el derecho divino.
La causa principal de estos hechos fue la negación de la oposición a aprobar un plan de 109 millones para “financiar un plan de seguridad contra las pandillas”. En la práctica esto supone una mayor financiación para la policía y el ejército para hacer frente a la violencia en uno de los países más inseguros del mundo.
A esta sesión parlamentaria acudieron únicamente 28 diputados de 84. Esta cuota de parlamentarios no permitían el mínimo de quorum para aprobar medidas, por lo que Bukele decidió llamar a la insurrección popular, hecho que fue criticado por La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michele Bachelet.
La oposición ha exhortado a la OEA a actuar en esta situación a lo que han calificado como “autogolpe”.
Se respira una tensa paz en los alrededores del Parlamento en las que se encuentran numerosos manifestantes respondiendo al llamamiento del presidente.